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Adiós amigo

Durante unos días conviví con la muerte.
Estaba ahí sentada y paciente, con la certeza de cumplir su cometido cuando todos estuviéramos listos, cuando él estuviera listo.

Qué angustia sentirla tan cerca, detener los pensamientos en la finalidad de los años, ya no existirán ni siquiera meses por delante. Serán escasos los días.

Las horas se hacen largas, hay llantos silenciosos y una esperanza aferrada a cada parte del alma que provoca festejar cada mínima mejoría. Pero en el fondo, el corazón y la mente ya se van preparando para lo que vendrá.

La respiración entrecortada nos da cuentas de que el reloj avanza y la incertidumbre del cuándo no nos deja pegar ojo.

Es difícil despedir a un amigo, que más quisiéramos que fueran eternos. Colas moviendo, peluches despedazados, caras de circunstancia, ladridos y la más sincera y fiel compañía.


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