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Celular


Estaba yendo al trabajo. Trabajaba a la mañana en una zapateria cerca de mi casa por lo que iba caminando. Eran como las 9.20 am. Eso me decía muchas cosas: que era hora de desayunar, que en diez minutos tenía que abrir el local y sobre todo, que Eugenio ya estaba despierto y en su trabajo.

Caminaba y había sol, me acuerdo porque tengo esa relación de amor-odio con el Rey a la mañana. A veces me encanta cuando me da en la cara, siento el calor y se me achinan los ojos; hasta llego a sonreír solamente por eso. Pero otras veces, cuando es una mala mañana, el sol me da sueño, me fastidia y me arruina el día por completo. Eran buenos días, y el sol, pongámonos infantiles, era mi amigo.

¿En dónde estaba? si, cierto. Iba caminando con el sol en la cara. Saqué el celular para ver la hora y calcular cuanto tiempo me quedaba para llegar al trabajo. Vi que eran las 9.20 pero lo más me llamó la atención fue la fecha: 1 de junio. ¿Qué es el 1 de junio en mi vida? NADA. N A D A, absolutamente nada. Entonces te preguntarás por qué me llamó la atención. Simplemente no podía creer lo rápido que se pasaba el año, me resultaba muy loco que hubiera llegado el mes número seis, la mitad. Casi no había sentido la presencia de mayo en mi vida y de golpe, me había despertado un día y era junio. Quedé tan sorprendida ante semejante hecho que tuve una idea brillante, de esas que solemos tener las mujeres cuando alguien nos esta volviendo locas: escribí un mensaje que decía: "Ya es 1 de junio, ¿podes creerlo?". Alguna magia divina de alguna otra galaxia hizo que se despertara el hemisferio de mi cerebro que NUNCA uso; ese que se ocupa de ser prudente, pensar las cosas y después actuar. Gracias a eso me frené, miré el celular, leí el mensaje y solté una carcajada. ¿Cómo había podido escribir semejante estupidez?, estaba por mandar un mensaje avisándole a alguien que era primero de junio, ¡como si la otra persona no lo supiera! bastaba con que mirara su celular, la pantalla de su computadora o pusiera Crónica 5 minutos para enterarse. Ahí entendí todo.

El problema no era el mensaje en sí,  el problema era a quién iba a mandárselo. El destinatario era  Eugenio, el chico que me volvía loca, completamente loca. Me gustaba cada parte de lo poco que lo conocía y era solo por una cosa: me hacía reír como nadie. Había sido todo raro al principio, no entendía si eramos amigos, si le gustaba, si no. Avanzaba cuatro casilleros y retrocedía tres durante muchos meses; pero hacía un tiempo, había empezado a caminar sin tirarse para atrás y eso me encantaba.

Todas las mañanas él se levantaba antes que yo y me mandaba un mensaje de "buen día" para que leyera cuando me despertara, pero siempre el sonido de alerta terminaba funcionando de despertador. A veces eso me encantaba, a veces lo detestaba. Quería decirle que era un divino, que era muy tierno que pensara en mi a esa hora, pero también quería decirle que me dejara dormir y me escribiera cuando supiera que ya estaba despierta.

Esa mañana del primero de junio, Eugenio no me escribió. Me resulto raro abrir los ojos y no ver ningún mensaje. Primero pensé que le había pasado algo pero vi que estaba conectado y que había publicado cosas en Twitter, después pensé lo que toda mujer piensa: "no me quiere más"; nos resulta tan fácil hacernos la cabeza. No se si es gracias a la cantidad de películas Hollywoodenses que consumimos o por mero acto de la Madre Naturaleza pero creo fervientemente que podemos dar cátedras sobre el tema. Recurrí a hacer lo que estaba a mi alcance: llamar la atención. Cambié mi nick en señal de "ACÁ ESTOY MIRA MIRA, ME DESPERTÉ" y nada. Me fui a duchar y cambiar para darle tiempo, esperando que sonara ese ruidito que a veces me fastidia tanto que quisiera revolear el celular contra una pared. Yo lo miraba, imaginaba que hacia luces y corría a buscarlo, pero NO, tenia que afrontarlo, esa mañana  no me iba a escribir.

Cuando viajo, sea en transporte público o caminando, prefiero hacerlo escuchando música, así que me puse los auriculares y me fui a trabajar. Tengo dos amigos que dicen que caminar con auriculares esta mal porque te aísla del mundo y a tu alrededor hay muchas cosas para ver, pero lo más complicado es que te separa de vos y de tus pensamientos. Tienen la teoría de que te concentras tanto en la música, en dejarte llevar, que evadís todo lo que te pasa y en un punto es verdad.

Yo no estaba mal, pero me incomodaba no haber recibido ese "Buen día" que me alegraba tanto y la música me daba esa cuota de felicidad que por esa mañana no estaba completa. Estaba tan en mi mundo, tan apartada de todo, todos y de mi que sentía que me podía ver desde otro lugar. Por eso me acuerdo tan bien como fue todo, porque siento que todo hubiera pasado en alguna película que vi.

Volaba con la música, cantaba para adentro, pensaba en los sonidos y las letras, imaginaba que estaba protagonizando un videoclip y de golpe recordé que estaba yendo a trabajar. Saqué el celular, mire la hora: 9.20 am, mire la fecha: 1 de junio. Me sorprendí. Ahí le escribí a Eugenio: "Ya es 1 de junio, ¿podes creerlo?", acto seguido lo borré sin enviarlo. El hemisferio de mi cabeza, ese que les dije que no uso nunca, había funcionado, había razonado. No me sorprendía la fecha, me sorprendía que a esa hora todavía no habíamos hablado. Estaba buscando una excusa para hablarle, para comenzar una conversación que seguramente se tornaría tierna, dulce, amorosa, pero que de alguna manera tenia que empezar y conociéndome, soy bastante torpe para eso. Y ahí fue cuando me reí porque entendí que me estaba gustando en serio y cada vez más. Pero mi risa no siempre es felicidad, también es nervios. Fue una mezcla de cosas descubrir eso.

Decidí entrar a trabajar, desayunar, ordenar un poco y esperar pacientemente a ver que pasaba y ¿sabes qué? a eso de las 11 am. me habló. Estaba teniendo una mañana agitada en su trabajo. Toda la película dramática, llena de rimmel corrido, chocolates, pañuelitos y helado que tenía armada en mi cabeza, se había esfumado. Pensé que no me iba a ganar el Oscar con el que ya estaba soñando, pero que si iba a tener un Buen Día, porque así me lo había dicho Eugenio.

El amor con Eugenio se terminó antes de nacer, pero la amistad quedo y sobre todo quedaron sus palabras, las canciones de La vela puerca y su amor por Sacheri, el cual le agradezco profundamente haberme contagiado.

"pero me di cuenta
que pudo ser peor
que no fue para tanto."
Mañana va a ser un gran día - No te va gustar

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