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Sentirlo III

Dormí en la cama de mamá. Era sábado al mediodía, empezaba a despertarme. Había soñado con ella, que la veía cambiándose y se iba. No sé a donde pero se iba y eso me ponía muy mal.
Me dí cuenta que la almohada estaba mojada, el sueño seguramente había sido muy real pero no podía recordarlo con exactitud. Abrí los ojos y la vi a mamá parada frente al espejo que hay en la puerta interna de su placard. Se estaba probando un pañuelo. 
- ¿A dónde te vas? - le pregunté con la voz dormida
- A lo de la tía
- ¿Ya?
- Si, es la una de la tarde
Me dio indicaciones de la cena mientras me incorporaba en la cama, me saludó y se fue. Escuché la puerta y  me levanté para ir a cerrar con llave.
Hace un tiempo ya que mamá volvió a hablar con una de sus hermanas. Crearon entre ellas una cita que respetan a menos que haya algún evento impostergable o Lucas o yo nos enfermemos. Todos los sábados ella viaja hasta la casa de Alicia y pasan el día juntas; después cenan, mamá duerme allá y vuelve el domingo a la tarde.
Los domingos suelo verla recién a la noche porque a las 4 me voy para la parroquia y me quedo ahí hasta después de misa. Ese día en particular tenía una reunión hasta las 11 de la noche.
Pasé el sábado tranquila, salí con mis amigas a la noche. Me levanté al mediodía, fui a la parroquia. Hablé por teléfono con mamá y me dijo que a las 5 llegaría a casa, no me preocupé por las llaves porque estaba Lucas.
Dí confirmación, asistí a misa y me quedé en la reunión de coordinadores. El celular en silencio.
Llamada de Lucas. Corté.
Llamada de Lucas. Corté.
- No puedo atenderte - le escribí en un mensaje de texto.
Llamada de Lucas. Corté.
La pantalla del celular me distraía de la reunión. La actitud de mi hermano me exasperaba. ¿Qué parte no entendía de que estaba ocupada y era una falta de respeto si lo atendía?
Vibró.
Mensaje de texto: "Mamá se siente mal, vení rápido"
Rarisimo. Mi mamá nunca se siente mal.
Me cambió la cara, un amigo me miró fijo a los ojos
- ¿está todo bien?
- No - dije mirando para otro lado
La reunión seguía. Escuchaba que alguien hablaba atrás mio pero a la vez sentía que algunas caras me miraban.
- Tengo que irme - dije de pronto y en voz baja
No todos me escucharon y se sorprendieron cuando de golpe me vieron juntar mis cosas y levantarme del sillón.
- ¿Queres que te acompañé? - preguntó Ramiro
Asentí con la cabeza.
Fui hasta la puerta y llamé a Lucas.
Me atendió desesperado. Alcancé a escuchar que me decía "apurate, mamá no respira, no sé que le pasa, la ambulancia no viene, no me dan bola". Le grité al teléfono un - ¿CÓMO QUE NO RESPIRA? - y corté.
El cura y mi amigo se miraron entre si, me miraron a mi. Ramiro me dijo que empezara a llamar a emergencias. 
Corrimos por toda la ruta hasta llegar a mi casa.
Mamá estaba en el sillón. No podía hablar. Estaba agitada. El servicio de urgencia me tomaba el pelo. Bajaba las escaleras y las subía una y otra vez esperando a la ambulancia que no llegaba.
Llegó.
Pastillas, estudios en el sillón.
Bajaron a mamá.
- Prepara una muda de ropa para ella, para vos, su documento y credencial de la obra social. Hoy no va a pasar la noche acá.
Llamé a Pablo, mi hermano mayor, sin llorar, mientras Ramiro se ocupaba de Lucas que estaba nervioso pero se hacía el fuerte.
- Mamá se sintió mal y el médico dijo que tuvo un infarto o que lo va a tener en unas horas. La van a internar
- ¿Qué?
- Eso, en un rato te digo a qué clínica vamos
"Mi mamá tuvo un infarto", le dijo Pablo a Lula mientras ella saltaba de la cama y se vestía.
Después me contó que Pablo se acostó. No sabía que hacer. "Dale Pablo, levantate, tenemos que irnos" le decía intentando sacarlo del estado de shock en el que estaba.
Me subí a la ambulancia. Tenía frío, ese frío helado que sentís por adentro cuando estas nervioso. Tenía miedo. Papá estaba lejos, Pablo en su casa. Yo iba sola, como responsable de mi mamá en ese vehículo blanco, con dos médicos.
Llegamos a Los Arcos. Bajaron la camilla. 
- ¿Quién es el acompañante?
- Yo - dije despacio, con mi metro cincuenta
- ¿Sos mayor?
- Si
Subimos en un asensor enorme y le di la mano a mamá.
La sala de espera era blanca igual que todo el lugar. Lujoso, limpio, pero frío. Lula me abrazó fuerte "muy bien chiquita, ya está, ahora estamos nosotros".
Le expliqué a Pablo lo que pasó. Hicimos el papelerío. Vimos a mamá y nos fuimos.
Pasaron cuatro días en esa clínica. Angustia, ganas de irnos, de cambiar la rutina, de ver a Lucas que se había quedado en Pacheco.
Después de estudios complicados, riesgos de vida y nervios. Después de hacerme la fuerte ante los demás, de calmar a Mateo y explicarle a Luqui lo que iban a hacerle a mamá. Terminó todo.
Mamá recibió el alta. Respiramos. La tuvimos en casa.
Se recuperó.
Mamá se iba y no decía a donde...
Pero fue un susto.

Lo sentí otra vez...

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