Rezo siempre para que mis ojos nunca se acostumbren a ver a alguien durmiendo en la calle, que jamás me parezca normal saber que alguien pasa frío o hambre, que no se me vuelva corriente esa realidad, que no lo acepte nunca, nunca, nunca. Y que siempre me de un empujón para servir, para ayudar, cocinar, abrigar, escuchar, abrazar y levantar. No quiero quedarme en la sencillez de mi vida, quiero cambiar el día de alguien aunque sea contagiándole una sonrisa. Me duele hasta las lágrimas el dolor ajeno. Vine a vivir una vida llena de oportunidades, nada me faltó y quiero retribuir, compartir lo que tengo. Cambiar el mundo es también cambiar actitudes, y como es lógico, tengo que empezar educándome a mi. Que mis ojos aprendan a mirar con más ternura y compasión, que mis prejuicios no me invadan de miedos. Quiero ver al otro como me veo a mi en un espejo, y quiero que sea así de parte de todos. Educar al que más tiene para que no excluya, discrimine ni omita. Dar oportunida
Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida