Ir al contenido principal

Una carta de (des)amor que quedó empolvada por ahí

¿Qué nos pasó? Quizás fue el tiempo que siempre siguió su curso a pesar de que nunca lo notamos. Quizás ahora sí pudimos darnos cuenta que los días pasaron, los meses también, incluso los años.
Siempre tuve la mágica sensación de que el mundo se congelaba en el momento en que estabas al lado mio, mirándome, sosteniéndome la mano, besándome. Estar juntos equivalía a que el resto del universo se redujera al espacio en el que estábamos, al cielo que nos cubría y nada más.


Muchas veces pensé con toda seguridad que esto sería para siempre. Nos imaginé caminando por el mundo, volviendo a las sierras, levantándonos a la mañana, superándonos en la vida, festejando los logros del otro, abrazándonos en los dolores y siendo viejos, muy viejos, en una galería tomados por el dedo indice mirando millones de estrellas en algún lugar.


Pero acá estoy, mirando la pantalla de mi teléfono, leyendo una conversación sin sentido. Notando la distancia entre los dos, el frió en los puntos, las pausas en las comas, el miedo en las palabras.

Creo que ya no te conozco. Cambiamos mucho y algo adentro mio grita que hubo un quiebre desde la última vez que nos vimos. Un quiebre que se disfrazó hasta que pasó el viento y se llevó la tierra que lo tapaba.

Ahora me duele, tengo mucho amor guardado en el corazón para vos. Amor que va a quedar ahí siempre, como recuerdo de los momentos más felices que viví hasta ahora.

Me angustia que haya llegado el día en el que me resigné a sentir lo que siento. Me da melancolía ver con claridad que todo terminó. Pero realmente siento que algo se rompió, quizás ese hilo que nos unía, no sé. Ya no me siento cansada y decidida a tomar una decisión por mi bien, sino que siento que hay un vacío, que ya no es lo mismo, que llegó el fin. Es diferente a lo que sentí otras veces y es por eso que me costo todo este tiempo admitirlo. Siempre me pregunté cuál sería nuestro último beso y ahora lo sé.

Gracias por todo. Gracias por coincidir conmigo en la vida.
Mereces la felicidad más plena. Te amo, mucho. Pero el amor no siempre es justo. Hasta siempre!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Abrigo

Estabas de mal humor, no querías contarme porqué. Te regalé una canción desde el más profundo sentir que hablaba de ser humanos, de aceptar los dolores y naturalizarlos, dejarlos ser, permitirse el enojo, el llanto, la bronca porque son todas reacciones necesarias, que nos hacen reales, que nos invitan a descargarnos, que nos alivian. Y no tuve respuesta y me enojé yo porque un poco tenía ganas y porque otro poco era justo para mí hacerlo. Pero me callé y no te dije nada porque cargarte con más enojo, más bronca y más dolor ya no estaba en mis planes, esas eran cosas del pasado, un pasado en el que me gustaba, quizás, verte explotar y estallar de mil maneras para que me hirieras y tener motivos para alejarme, pero nunca lo logré, nunca tus filos endurecieron este amor que se siente tan desde adentro. Seguí mi día sin pensarte porque esa era la solución para aliviar el fuego que tenía en la garganta, festejé con amigos, me reí y olvidé tu silencio, que en mi mente era un desp

Celular

Estaba yendo al trabajo. Trabajaba a la mañana en una zapateria cerca de mi casa por lo que iba caminando. Eran como las 9.20 am. Eso me decía muchas cosas: que era hora de desayunar, que en diez minutos tenía que abrir el local y sobre todo, que Eugenio ya estaba despierto y en su trabajo. Caminaba y había sol, me acuerdo porque tengo esa relación de amor-odio con el Rey a la mañana. A veces me encanta cuando me da en la cara, siento el calor y se me achinan los ojos; hasta llego a sonreír solamente por eso. Pero otras veces, cuando es una mala mañana, el sol me da sueño, me fastidia y me arruina el día por completo. Eran buenos días, y el sol, pongámonos infantiles, era mi amigo. ¿En dónde estaba? si, cierto. Iba caminando con el sol en la cara. Saqué el celular para ver la hora y calcular cuanto tiempo me quedaba para llegar al trabajo. Vi que eran las 9.20 pero lo más me llamó la atención fue la fecha: 1 de junio. ¿Qué es el 1 de junio en mi vida? NADA. N A D A, absoluta

Sentirlo III

Dormí en la cama de mamá. Era sábado al mediodía, empezaba a despertarme. Había soñado con ella, que la veía cambiándose y se iba. No sé a donde pero se iba y eso me ponía muy mal. Me dí cuenta que la almohada estaba mojada, el sueño seguramente había sido muy real pero no podía recordarlo con exactitud. Abrí los ojos y la vi a mamá parada frente al espejo que hay en la puerta interna de su placard. Se estaba probando un pañuelo.  - ¿A dónde te vas? - le pregunté con la voz dormida - A lo de la tía - ¿Ya? - Si, es la una de la tarde Me dio indicaciones de la cena mientras me incorporaba en la cama, me saludó y se fue. Escuché la puerta y  me levanté para ir a cerrar con llave. Hace un tiempo ya que mamá volvió a hablar con una de sus hermanas. Crearon entre ellas una cita que respetan a menos que haya algún evento impostergable o Lucas o yo nos enfermemos. Todos los sábados ella viaja hasta la casa de Alicia y pasan el día juntas; después cenan, mamá duerme allá y vuelve