Nos despedimos.
Sin decirnos nada, sin siquiera aparentarlo
nos estábamos despidiendo.
Despacito, hablando en futuro de aquéllas próximas veces,
actuando en pasado, inconscientes de todo lo que en días habría que borrar.
Es que yo ya había armado el bolsito, tenía el mate, el oso y las zapatillas preparados,
también un destino y una fecha de vuelta pero...
Pero vos tenías todo en la cabeza,
que acá,
o allá,
o tal vez un poco más al norte
y volver, no, eso no es para almas tan libres.
O sí.
Se me oprimía un cachito el pecho si me decías que quizás,
que tal vez, que estabas pensando...irte.
Y me parecía cualquiera que me pasara eso.
Pero la consigna era perderse para encontrarse y te querías o queres o querrás,
porque no se en que tiempo conjugar(nos), porque el pasado lastima,
el presente es un bardo y el futuro me da miedo,
en fin,
te querías, te queres o te querrás perder
por alguna montaña, selva o laguito, llegando hasta lejos
moviendo un dedo,
y entre las cuerdas de una criolla y las historias de algún hippie
te ibas o te vas a ver - o ya te ves -
Y si mantenemos eso de la pura sinceridad, entonces
sostengo firmemente que si me perdí,
pierdo
o pudiera perderme en vos,
en tu cabeza, entre tus brazos o yendo a tu casa,
yo ya tendría bien clarito quien soy.
Y quién sabe, capaz ya lo sé.
O lo sabré.
-0-
Porque desde mi cabeza o desde el lado izquierdo de mi pecho,
algo me dice que no hay nada
pero pudo haberlo todo.
El riesgo a la inmensidad,
implica apostar tanto, tanto,
que quizás hoy, con mi sentimentalismo,
con mis ganas,
tengo que sentarme a escribir esto,
a largar,
a soltar,
a sacar la espinita que una vez mas,
ni la ultima ni la primera,
se clavo ahí,
abajo, bien abajo,
donde está mi amor propio.
Comentarios
Publicar un comentario
Y vos ¿qué andas diciendo?