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Fueron mil y una las veces que volví a caminarte. Mil y una las que regresé a tus ojos, a confiar en tus brazos. Fueron mil y una las veces que decidí ignorar el pasado, envolverme en un aislante, dejar atrás el dolor y mirar tus sonrisas antes de dormirnos, escuchar tus te quiero y sentir tus besos despacitos o fuertes. Mil y una las veces que recordé ese mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre repetido por tres, donde un día descubría mensajes de amor con otro nombre y donde otra mañana yo era tu sol, tu mundo, tu luna, y siempre, pero siempre, tu estrella.

Fueron mil y una las veces que cerré  los ojos, conté hasta cien y de todas formas exploté pero siempre volví a vos porque vos también volviste a mi. Y fue hace poco que decidí alejarme, transitar otro lugar, con la esperanza y la seguridad ciega y pura de volver por tus lados en algún tiempo, porque adentro mio algo me marcaba que tu destino y el mío estaban enlazados hasta siempre. Porque el amor, las cosquillas, la alegría y la paz que me transmitías superaba todo, enceguecía todo. Y fue hace poco también que me pediste que no me alejara, que odiabas esto y que no era la forma. Y lo dude, mucho, te extrañe en todos lados.

Y fue hoy, por primera vez que lloré por bronca y dolor también, pero por bronca un poco más. Bronca porque ya me hicieron esto una vez y fuiste vos quien me consoló, vos quien se llenó de palabras contra esa persona. Dolor porque de cualquiera menos de vos, porque creí que tenías valores, códigos, respeto. Porque sobre todo es eso, creí que me respetabas.

Adiós.

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