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REVOLUCIÓN VIOLETA

Junto con Paula Loughry y Soledad Ainesa

Veinte cuadras de fila en River Plate, manteros con merchandaising en todas las esquinas, Avenida del Libertador colapsada, disturbios en la puerta del Hotel Faena, fuertes operativos de seguridad en el Aeroparque Jorge Newbery, entradas agotadas en dos horas: Justin Bieber está en Argentina.

El canadiense desembarcó en Buenos Aires el jueves 7 por la mañana de un jet privado proveniente de Paraguay, donde realizó un show del Believe Tour. El recital de hoy en el estadio River Plate será el tercero y dará cierre al “Z festival” en el país; ayer tocó en el mismo estadio y el 8 en el Kempes de Córdoba.

En esta primera edición del mismo se presentan junto a Bieber: Owl City, Cody Simpson, Carly Rae Jepsen y los locales Sound. “Si bien todavía no está instalada la ley que establece que debe tocar un artista argentino al hacerlo te ahorras un impuesto municipal”, dijo Paula Montoli, periodista y miembro del Staff de la productora Fénix Entertaiment Group y agregó que la elección del mismo es de acuerdo al perfil del público y que es una gran manera de difundir nuevos grupos.

El fenómeno social conocido como “Bieber Fever” traspasa los límites del fanatismo. Las Believers, como se hacen llamar sus fans, fueron a la puerta del Hotel Faena con la ilusión de conocer a su ídolo, pero lejos de tener una actitud inocente y pacífica, actuaron de manera violenta y rozaron el vandalismo. “Le tiraron gas pimienta en la cara al jefe de prefectura”, dice Montoli. Según la seguridad de la productora, hubo chicas con navajas y destornilladores intentando derribar los muros puestos alrededor del hotel. Pese a todo esto, Justin Bieber busca liberarse del papel de ídolo por un rato y ser un adolescente de 19 años pintando graffities en la madrugada por las calles de las capitales sudamericanas.

El frenesí y la obsesión que genera en sus fans es tan grande que algunas llegan a pagar usd1200 por un meet & greet que consta de una foto con el y verlo por menos de un minuto. Fiorella Bossi, fan e imitadora de Bieber, dijo: “gasté $40000 entre entradas, viajes y meet & greets. Fui a Córdoba y voy a los dos River. Para conseguir fila dos acampé durante dos semanas en la puerta del estadio”.

Sobre el escándalo que surgió tras que Justin abandonara el escenario en Brasil, sin terminar el show, al recibir un botellazo en la muñeca, los fans justifican la actitud del artista: “Lo entiendo porque en el aeropuerto ya le habían tirado cosas y en el show lo insultaron”, dijo Rocío quién viajó desde Mar del Plata con un grupo de chicas coordinadas por la empresa TravelFest.

¿Canta bien? ¿Hace música? ¿Existirá en tres años?, todo puede generar debates y opiniones, pero es imposible negar que el fanatismo y la locura que despierta Justin Bieber es algo difícil de igualar.

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