Vestirse, un derecho de todos pero al que a algunos les cuesta acceder. Contra esto lucha la norma que rige en algunas provincias de Argentina, pero que todavía no tiene control regular.
Linda, flaca y deportiva, así es Aly, la protagonista de "To be fat like me", la película de Douglas Barr, estrenada en 2007. El estereotipo marcado por la moda como el modelo de "mujer ideal" de hoy en día. Sin embargo ese prototipo no se acerca ni un poco a la realidad, lo que es un problema a la hora de ir de compras. Para regular este problema se presentaron en diferentes provincias proyectos para regir una Ley de Talles. En algunas ya está en vigencia, pero es un gran problema que no exista una que controle a nivel nacional.
En la provincia de Buenos Aires y en Capital Federal, la ley está reglamentada desde 2005 y 2009 respectivamente. La diferencia es que la bonaerense no incluye a mujeres y hombres de todas las franjas etarias. Lo que rige para ambas es que todos los comercios y fabricantes deben contar con un mínimo de ocho talles que correspondan con la tabla de medidas reales.
A pesar de existir multas que rondan los $3000 y $10000, según la Fundación Mujeres en Igualdad M.E.I, el 70 por ciento de los locales de Gran Buenos Aires no cumple con lo pedido ya que no hay control. Además, según los comerciantes, económicamente no les conviene. Adolfo Tripoli, el titular de la Federación Económica de Mendoza, donde el mes pasado se aprobó la ley, dijo que el comercio minorista no está en condiciones de poseer un stock tan grande de mercadería. "Es una inversión muy importante que no la podrá superar", aseguró. Sin embargo, las casas donde se venden talles grandes sostienen que no es tan grave el conflicto económico.
Según afirmó el productor de moda Jorge León en una nota a Página 12, "a las marcas no les interesa cumplir la ley, tanto por el dictado de la moda como por el ahorro de materia prima. Hay marcas que tienen diseños con menos talles porque consideran que son exclusivos y no les interesa que chicas con talles normales los vistan". "Lamentablemente estamos atravesando una era en la que el prototipo de mujer y hombre es flaco y sin formas", agregó.
Aly, la protagonista de la película anteriormente mencionada, se disfraza para parecer gorda y documentar cómo se sienten las personas que sufren de obesidad. Las dificultades sociales que muestra el film son las que atraviesan los adolescentes que van a comprar a las tiendas de moda y se decepcionan al no conseguir talle. En algunos negocios directamente les advierten que no fabrican, en otros dicen que no tienen en stock y otros tantos marcan talles más chicos con números grandes. El resultado es el mismo: no hay. Ante esto tienen que volver a recurrir a las casas de talles grandes donde las prendas no están de moda y los diseños habitualmente son para mujeres y hombres mayores. El golpe que se le da al autoestima lleva en algunos casos a los desordenes alimenticios, por eso uno de los fines de la iniciativa, además de hacer valer el derecho de la vestimenta, que es de todos, es luchar contra la anorexia y la bulimia
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