Estaba rara, no me había sentido bien en todo el día pero no sabía porqué. En realidad no tenía ningún dolor físico, me faltaba ánimo, me sentía vacía.
Era un lunes típico de IPI. IPI era una materia que tenía en el primer año del terciario de periodismo. Consistía en una conferencia de prensa con algún personaje relevante. "Lunes típico de IPI" era una frase que empezamos a usar todos ante los días lluviosos y grises. Nadie sabía porqué, no había explicación pero todos los lunes llovía. A veces eran tormentas furiosas, gotas pesadas y relámpagos que me incitaban a correr todo el trayecto entre Paseo la Plaza y la boca del subte D. Otras una llovizna finita y molesta acompañada por el calor insoportable que brotaba del asfalto.
Así que como de costumbre, llovía. Estaba todo gris y mi cara acompañaba armoniosamente la tristeza que había en Buenos Aires.
La ronda formada por mis compañeros antes de clase me dio la bienvenida, entre risas y charlas sobre nuestros fines de semana. Uno de ellos notó algo diferente en mi.
- ¿Comiste?
- No
Pablito siempre me retaba cuando no comía, pero ese día de verdad no tenía ganas.
- En el recreo comes algo
- Bueno, veo
Entramos a clases, se sentó al lado mio. Me golpeaba la pierna, me pellizcaba, intentaba hacerme reír.
- No se que me pasa
Y los ojos se me nublaron, me llené de lágrimas que tuve que tragar en una milésima de segundo para no hacer un escándalo en medio de la clase.
- Estoy angustiada, pero no me pasó nada
¿Quién iba a entenderme si yo no me entendía? tenía mucha angustia en el pecho, un nudo fuerte. La garganta se me cerraba y nada me calmaba las ganas de llorar que tenía. La cabeza me mataba, ¿qué me pasaba?
Llegué a casa sin ninguna conclusión. Dormí.
El martes me levanté a las 8 como siempre. Me duché, me cambié y caminé hasta el trabajo.
Estaba sentada en el escritorio tomando un café con leche caliente mientras hablaba con Gonzi por chat y miraba la calle a través de la vidriera del local. Ya no llovía como el día anterior, hacía frío y estaba nublado.
Frenó un auto en la vereda, vi bajar a Stefi. Sonriendo me acerqué a abrirle la puerta, se me borró toda la expresión de felicidad cuando la vi llorar. Me agarró de la mano, me hizo sentar y aguantandose todo el dolor me contó que la Nona se había ido. Lloré. La abracé, le pedí que no fuera cierto. Me dijo que había sido sin dolor, en paz, que simplemente se había dormido. Lloré más. Llamé a mamá. Me fui.
Lo sentí, algo iba a pasar...
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