Era un viernes normal, igualito a cualquier otro. Estaba en TEA, sentada en mi banco mirando hacia el frente. Uno de los chicos prendía la televisión que está ubicada arriba del pizarrón. El noticiero decía que un avión que viajaba de Córdoba a Buenos Aires se había estrellado. Sin entender mucho, la vista se me ponía borrosa, el aula y mis compañeros giraban, agarraba mi cartera y buscaba el celular mientras algunos me miraban y ponían cara de preocupación. Capaz sabían en lo que estaba pensando o sólo los desconcertaban mis movimientos. El celular de papá daba apagado, llamaba dos, tres, cuatro veces y siempre escuchaba la misma voz de mujer que me decía "el teléfono con el que intenta comunicarse se encuentra apagado o fuera del área de cobertura". Me levantaba sin decir nada a nadie, no contestaba a lo que me preguntaban. Bajaba las escaleras inmune a todo y me iba. No sé a dónde pero me iba.
Fue un sueño que tuve el miércoles pasado.
El jueves me invadió una angustia digna de las premonitorias. Las ganas de llorar venían a cada rato y cuando se iban me sofocaba el miedo pero no sabía a qué. El sentirme así me ponía peor, siempre que mis molestias no tienen motivo suelen conseguirlo después. Estuve llena de nervios y ansiedad, en estado de alerta constante. Cualquier cosa podía pasar porque así lo creía yo, estaba a la espera de una desgracia.
Hablé por teléfono con papá a las 9 de la noche, como todos los días desde que no vive con nosotros. En la charla me contó que al día siguiente viajaba en avión a Buenos Aires para festejar el sábado el cumpleaños de Pablo. Se me cortó la voz pero la piloteé como una campeona, ¿qué era eso de asustarme porque papá viajaba en avión si siempre lo hacía?
El viernes tomé el 60 para ir a TEA, mientras viajaba hablé con papá: "Te llamo ahora porque a la noche voy a estar en el avión".
Una coincidencia más: el horario era el mismo que en mi sueño. Para adentro dije: "ay Lucía, te estás haciendo tanto drama por una pesadilla". Una mala pasada del destino, una broma, seguro que se rió fuerte de la cara que puse.
Arreglé con Pablo para ir a buscar a papá al aeroparque y después dormir en su casa. Me buscó por TEA y fuimos para allá. En el camino me dijo que el vuelo estaba demorado, algo de mucho "transito aéreo".
El aeroparque estaba lleno de gente. Señores de traje sosteniendo cartelitos con nombres, dos nenes abrazando a su papá, varías chicas esperando a sus novios, un chico que esperaba a su novia con un ramo de flores: el sabor del encuentro, diría una marca de cerveza. Todo era lindo, se sentían las ganas de ver al otro, la energía, la expectativa.
Pero el vuelo de papá seguía demorado y yo ya me había comido todas las uñas de los nervios mientras me castigaba con pensamientos terribles. La pantallita donde se controlan los vuelos ahora nos decía que consultáramos con la compañía.
Nos acercamos a una chica que muy amablemente nos contó que había salido a horario pero que iba a llegar a las 00:46. Con Pablo nos miramos sin entender mucho, ¿si había salido a horario, cómo podía ser que llegara casi una hora más tarde de lo planeado?. Caminamos para matar el tiempo y la ansiedad, para distraer al aburrimiento y al miedo.
Por fin leímos "aterrizado" y yo respiré.
Nos abrazamos los tres, Pablo agarró el bolso de papá y yo me dije a mi misma que tenía que aprender con urgencia a diferenciar los sueños de las cosas que sentía de verdad.
- ¿Cómo fue el vuelo pá?
Papá me abrazó por los hombros mientras caminabamos en busca de la salida, y miró a Pabli para contestarle.
- La verdad es que fue impecable pero que se yo, viaje nervioso Hoy me levanté pensando en que no tenía que viajar, sentía que no tenía que subirme pero bueno, locuras mías.
Apreté los ojos fuerte, no sé que era, capaz una señal. Un amigo me dijo que se llama "conexión" o algo así, no estoy segura; de lo que si puedo estarlo es que papá y yo sentimos algo con respecto a ese avión al que gracias a Dios, nuestro amor, suerte o lo que sea, no le pasó nada.
A la noche me destapé dormida; papá se levantó y como cuando era chiquita, me tapó.
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