Entrevista monólogo.
Victoria Guiñazú, 21 años, estudiante de Publicidad
Victoria Guiñazú, 21 años, estudiante de Publicidad
“Siempre me gustó viajar pero esta vez quería
hacer algo diferente. Por medio de unas amigas de la facultad llegó a mí la
información sobre una empresa llamada Welcome Abroad que brindaba un servicio
de trabajo por tres meses en el exterior. Los contacté y tras varios pasos administrativos
y de selección que incluyeron una entrevista en inglés con Latarsha, una
empleada de la cadena de supermercados Publix que viajó especialmente par eso,
conseguí empleo de cajera.
El 12 de diciembre me subí al avión con
escala en Brasil y destino final Miami,
Florida. Desde allí tendría que ir hasta una ciudad llamada Fort Myers donde
quedaba mi futuro trabajo y el hotel que la empresa me había conseguido.
Durante una semana viví ahí con 150 “J1”,
así nos llamaban a los que estábamos de intercambio. A la noche íbamos al bar vecino.
El lugar estaba decorado con camisetas de Football americano. La gente iba a
ver los partidos con gorros y guantes de tamaños increíbles y formas
divertidas. Tres veces por semana eso cambiaba, se transformaba en karaoke y
nosotros nos poníamos en el papel de cantantes y público hasta las 2 de la
mañana cuando termina la vida nocturna en todo Estados Unidos. Pensar que
en Argentina a esa hora apenas estás saliendo de tu casa.
Siete días después formé un grupo de ocho
personas: siete mujeres y un varón. Decidimos buscar un nuevo lugar donde vivir
porque el precio del hotel era muy alto. Fue complicado: nos ponían excusas,
decían que éramos chicos o nos pedían que alquiláramos más tiempo del que necesitábamos.
Finalmente conseguimos una casa a pocas
cuadras de donde estábamos. No estaba amueblada pero el dueño nos prestó
amablemente sillas, una mesa y algunos muebles. Cuando terminamos de instalarnos
empezó a sonar el timbre: los vecinos venían a darnos la bienvenida, hasta nos
trajeron una torta. Era igual que en las típicas comedias de cine
norteamericano. En realidad, todo era igual a lo que ves en una pantalla, las
calles, los paisajes, los negocios. Hasta la gente.
Los primeros días tenía la necesidad de realizar
todo de inmediato. Quería comer en Pizza Hut, Taco Bell y conocer los lugares
que muestran en las series. Estaba emocionada, excitada y ansiosa.
Con el correr del tiempo el grupo de la casa
se convirtió en una suerte de familia, gracias a esto era más fácil pasar los
momentos en los que extrañaba a mi familia, mis amigos o mi novio. La
convivencia fue divertida, todos intentábamos estar de buen humor, armar planes
en grupo y desde el primer día propusimos comer juntos.
Al Publix iba en colectivo, me sorprendió lo
diferente que es. Allá poca gente lo usa, rara vez viajas parado y aunque el
servicio es muy limitado tiene la ventaja de ser muy puntual. La desventaja notable es el precio, el pasaje salia u$s 1,25, lo mismo que un paquete de fideos.
El trabajo me gustaba, podía practicar el
idioma, compartía el lugar con gente de otros países y la mayoría de las
personas me trataba muy bien. Si bien eran cuatro días por semana, no dejaba de
ser agotador por el hecho de tener que estar parada todo el tiempo durante la
jornada que era de 10 o 12 horas. Era gracioso comunicarme con los clientes, la
mayoría gente de edad avanzada ya que Estero, donde quedaba el supermercado, es
un lugar con muchas residencias de ancianos. Esas con piletas grandes y grupos
de señoras con viseras jugando a la canasta bajo una sombrilla blanca que las
protege del sol. A veces resultaba complicado pero pude hacerme entender y aprendí mil palabras nuevas.
Lo que más extrañe fue el afecto de la gente
de Argentina. Allá son más fríos. Cada vez que quería saludar a alguien con un
beso me quedaba esperando.
Volver fue difícil, quería mi cama, mi
barrio, ver a mi familia, pero a la vez sabía que iba a extrañar todo, desde las
amistades que formé y tener la playa cerca hasta las galletitas de mantequilla
de maní y nuez de pecán.
Fue un viaje inolvidable. Crecí mucho,
pude aprender a cuidar mis gastos y manejar mi plata. Cambié algunos aspectos
de mí, ahora me manejo con más libertad y responsabilidad. Gané experiencia laboral. Hoy en día pesa mucho que una persona sepa hablar inglés y yo lo manejaba cotidianamente y atendiendo clientes.
Volvería a hacerlo pero en un tiempo, siento
que recién llegué a Buenos Aires, a pesar que van a hacer dos meses. Necesito
estar acá y prepararme otra vez."
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