Ir al contenido principal

A todos nos pasa

Estábamos los dos en su cuarto, el parado contra la pared con la mirada perdida en algún punto fijo del techo y la cabeza en algún momento de esa tarde; yo sentada en la cama, descalza porque no soportaba más los zapatos cerrados y el calor. Lo miraba fijo, parte por parte intentando descifrarlo.

Su habitación era el cuartito del fondo de la casa de su abuela. Después de varias reformas había quedado reducida a un cuadrado donde a duras penas se podía caminar entre la cama, el placard y el mueblecito en el que apoyaba los cds y los libros. Hace muchos años ahí había funcionado la cocina de una pizzeria que manejaba su abuelo. Después fue habitación, habitación que compartió con su hermana cuando las paredes eran lilas y habitación que compartió con su novia cuando las paredes eran blancas, como ahora,  blancas.

Me molestaba el silencio pero tampoco sabía como llenarlo, ni siquiera sabía que responder cuando él hablaba. La mayor parte del tiempo la dedicaba a mirar para arriba y soltar palabras que no formaban oraciones. Era difícil ayudarlo, de verdad que si. Yo había estado en su lugar más de una vez y estaba segura que el dolor y el asco que sentía eran inmensos, pero no había nada que pudiera hacer ni decir que calmara eso, por eso me quede quieta, mirándolo y repitiendo de vez en cuando "tranquilo, ahora ya esta, tenes que seguir."

Mientras le hablaba sentía un poco de bronca conmigo. Sabía perfectamente que todo lo que decía parecía un cassette, frases hechas que no iban a sanar ninguna de sus heridas. Su dolor no iba a sanar por un buen tiempo.

Yo no entiendo la cabeza de los demás, a penas puedo entender la mía los días que tengo suerte. Mucho menos puedo entender los sentimientos de los demás con exactitud. Cuando me contó lo que había pasado me tiró un par de años para atrás, reviví lo que había pasado con Ezequiel.

Seguramente fue el destino que le rompió el corazón de forma fuerte por primera vez, a todos nos toca. No era el lugar ni el momento para estar si quería estar bien pero se quedó sin cigarrillos y caminó hasta la estación de servicio y no pudo evitar verla ahí, sentada al lado de otro.

Y se le rompió el corazón.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Abrigo

Estabas de mal humor, no querías contarme porqué. Te regalé una canción desde el más profundo sentir que hablaba de ser humanos, de aceptar los dolores y naturalizarlos, dejarlos ser, permitirse el enojo, el llanto, la bronca porque son todas reacciones necesarias, que nos hacen reales, que nos invitan a descargarnos, que nos alivian. Y no tuve respuesta y me enojé yo porque un poco tenía ganas y porque otro poco era justo para mí hacerlo. Pero me callé y no te dije nada porque cargarte con más enojo, más bronca y más dolor ya no estaba en mis planes, esas eran cosas del pasado, un pasado en el que me gustaba, quizás, verte explotar y estallar de mil maneras para que me hirieras y tener motivos para alejarme, pero nunca lo logré, nunca tus filos endurecieron este amor que se siente tan desde adentro. Seguí mi día sin pensarte porque esa era la solución para aliviar el fuego que tenía en la garganta, festejé con amigos, me reí y olvidé tu silencio, que en mi mente era un desp

Celular

Estaba yendo al trabajo. Trabajaba a la mañana en una zapateria cerca de mi casa por lo que iba caminando. Eran como las 9.20 am. Eso me decía muchas cosas: que era hora de desayunar, que en diez minutos tenía que abrir el local y sobre todo, que Eugenio ya estaba despierto y en su trabajo. Caminaba y había sol, me acuerdo porque tengo esa relación de amor-odio con el Rey a la mañana. A veces me encanta cuando me da en la cara, siento el calor y se me achinan los ojos; hasta llego a sonreír solamente por eso. Pero otras veces, cuando es una mala mañana, el sol me da sueño, me fastidia y me arruina el día por completo. Eran buenos días, y el sol, pongámonos infantiles, era mi amigo. ¿En dónde estaba? si, cierto. Iba caminando con el sol en la cara. Saqué el celular para ver la hora y calcular cuanto tiempo me quedaba para llegar al trabajo. Vi que eran las 9.20 pero lo más me llamó la atención fue la fecha: 1 de junio. ¿Qué es el 1 de junio en mi vida? NADA. N A D A, absoluta

Sentirlo III

Dormí en la cama de mamá. Era sábado al mediodía, empezaba a despertarme. Había soñado con ella, que la veía cambiándose y se iba. No sé a donde pero se iba y eso me ponía muy mal. Me dí cuenta que la almohada estaba mojada, el sueño seguramente había sido muy real pero no podía recordarlo con exactitud. Abrí los ojos y la vi a mamá parada frente al espejo que hay en la puerta interna de su placard. Se estaba probando un pañuelo.  - ¿A dónde te vas? - le pregunté con la voz dormida - A lo de la tía - ¿Ya? - Si, es la una de la tarde Me dio indicaciones de la cena mientras me incorporaba en la cama, me saludó y se fue. Escuché la puerta y  me levanté para ir a cerrar con llave. Hace un tiempo ya que mamá volvió a hablar con una de sus hermanas. Crearon entre ellas una cita que respetan a menos que haya algún evento impostergable o Lucas o yo nos enfermemos. Todos los sábados ella viaja hasta la casa de Alicia y pasan el día juntas; después cenan, mamá duerme allá y vuelve