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Visita a la Dra. Suárez


-Me cuesta, de verdad me cuesta- admitió acostada en el futón.

La sala de la psicóloga estaba inspirada en el barroco francés. El rosa pálido y bordeaux inundaban el lugar al igual que las rosas en jarrones de porcelana. Las cortinas de raso de la ventana estaban corridas y dejaban entrar algunos rayos de sol que daban en la frente de Eloisa.

-Sigo su vida, quiero enterarme de su ánimo- paró, -me cuesta admitirlo, pero la quiero, mucho en realidad y no sé que hacer-. Miró a la Dra. Suárez buscando una respuesta; ella solo contestó: "seguí". -Me encantaría volver a ella, abrazarla de sorpresa, decirle que la necesito y que la quiero muchísimo, que fui egoísta porque creo que su amistad es única, pero...- Catalina Suárez la miró y Eloisa sospechó que no hablaría hasta que ella finalizara -es que por otro lado también siento que le da lo mismo mi amistad, no lo sufrió como yo, no lo sintió tan hondo- la Dra. se vio obligada a interrumpirla -o quizás, la estas prejuzgando-. Elo se quedó callada, inspiró y siguió con su planteo -sé mucho de ella, compartimos mucho.

No sé, a veces pienso que si era mi amiga yo tenía que estar feliz, pero no pude... me defraude. Si mis otras amigas supieran esto me dirían que soy una idiota- Catalina anotó unas cosas en su libreta y con su manera de hablar pausada dijo: -no te dejes influenciar por el "qué dirán" otra vez, viví tu vida y expone tus sentimientos, no te guardes nada- dudando en contestar Elo retomó la historia -Me encantaría ser amigas de nuevo pero sé que no sería igual. No puedo parar de pedir que la traten bien y que no la lastimen, yo sé que sufrió y me dolería verla sufrir, más porque me encantaría acompañarla como antes y no podría- Suárez le contó que las personas llegaban a nuestra vida a cumplir una misión y al finalizarla se iban,  que lo importante no era si ya no estaban sino que en algún momento habían estado haciéndonos bien. Lo valioso era el tiempo que se disfrutó y no la consecuencia o el dolor que esta provocaba. Le preguntó si no sentía que ella era una persona estacional... -No, bah, no sé pero tengo todas las intenciones de volver, de repetir la estación, pero también tengo miedo. Miedo a ser rechazada, a llevarme una desilusión aún mayor de la que tengo, a que mis ganas no se reflejen del otro lado, que sea falso el reencuentro. Miedo a que su reacción no sea la que espero y que me duela mucho- Riendo, Catalina le dijo: -te estudio, te trato, conozco tu vida y sé bien que aunque ese cuadrito de allá que dice que soy Licenciada en psicología no estuviese, también me daría cuenta que todos tus problemas se concentran en los miedos, pero tenes que ser libre.  Ganale al miedo, ganale al qué dirán. No vivas encerrada y esperando, viví, salí a buscar las respuestas, sentite libre-

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