Eloisa se levanto esa calurosa mañana de enero pensando en lo poco que faltaba para irse a la playa. Aunque era algo que la llenaba de felicidad había un pequeño vacío que no le gustaba en su interior.
Fue hasta la cocina y desayunó sus habituales cereales con leche en pijama mientras miraba el sol por la ventana disfrutando el increíble silencio que habitaba su casa. Era raro, sentía una incomodidad en esa paz, algo que no le cerraba y no le dejaba completar la sonrisa. Tomó una hoja de papel y anoto en ella: "DESCUBRIR ESTE VACÍO", lo pego en la heladera para tener presente todo el día que antes de partir debía saber que era esa oscuridad.
Hacía poco había empezado ese nuevo año y creía haberlo echo con su pie derecho. También hacia poco había cumplido un año más de nacida y aunque era chica, sentía que la vida se le pasaba y se proponía disfrutarla a cada instante respirando despacio, comiendo mucho, durmiendo lento, observando y escuchando todo, sintiendo cada superficie con sus dedos, cada nueva acción en la piel.
Se fue a vestir y salio a correr para despejar su cabeza y ver si la brisa de los árboles de aquella plaza le traían algún perfume, algún recuerdo, algún pensamiento que la ayudaran a descifrar ese acertijo; pero después de una hora volvió solo con el agotamiento encima de su cuerpo, con el sudor y la idea de las tantas menos calorías en su ser. Abrió la ducha y puso a llenar su bañadera mientras se tiraba bajo el ventilador a descansar. Una vez llena, fue entrando de a poco al agua y se dejo llevar por el perfume de las sales, relajándose con la espuma. Fue ahí cuando cerro los ojos y escucho el ruido del agua que sintió que ese espacio negro era un amor que extrañaría en su tiempo fuera. Ahí Elo, vió con otros ojos que en su interior de a poco, emergía un nuevo amor.
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